LUCHANDO EN EL CIELO CON LOS PIES EN LA TIERRA

02.03.2013 18:31

El pasado sábado 23 de febrero, se celebró en la Base del Príncipe de la Brigada Paracaidista (Paracuellos - Madrid), el LIX Aniversario del primer lanzamiento desde avión de la Unidad Paracaidista del Ejército de Tierra que, en pocos años, se ha convertido en una brigada  moderna y con una gran capacidad de proyección y de participación junto a unidades extranjeras.
 
Ni el fuerte viento, ni la baja temperatura pudieron disminuir el calor que la emoción nos hizo llegar a los cuerpos de las numerosas personas que rodeabamos la explanada de formación junto al impresionante soldado Almogávar que se eleva en su flanco Norte.
 
Estuvo presidido por el general de ejército JEME acompañado de altos mandos militares de los tres Ejércitos y Guardia Civil, autoridades civiles y numerosos veteranos paracaidistas, desde tenientes generales a caballeros legionarios paracaidistas, cuyos nombres ya se integran en el Libro de la Historia de esta Gran Unidad que se inició en Ifni con la sangre de sus mejores.
 
El desarrollo de la ceremonia castrense, comenzó con los honores a la Bandera de España, siguiendo la revista de la Autoridad, entrega de premios y títulos, honores a los Caídos, el canto de La Muerte no es el Final y el himno de la Brigada, entonados por las voces de la formación unidas a las de todos los asistentes al igual que en la Oración Paracaidista, y finalizó con un magnífico desfile de las unidades pese a la dificultad que presentaba el fuerte viento.
 
Pero el máximo clímax del Acto se alcanzó en la imposición de la Cruz del Mérito Militar con Distintivo Rojo y la entrega de los títulos que acreditan el Valor Reconocido a oficiales y caballeros legionarios paracaidistas por sus actuaciones de soldados ejemplares que arriesgaron sus vidas frente al fuego enemigo en cumplimiento de la Misión encomendada.Se entregaron estas recompensas al comandante García Gallego, capitán Esteban Carracedo, tenientes Prats Rico y Santiso García, sargento primero Rincón Gimeno, cabo primero Díaz Izquierdo y cabo Cuevas de la Cruz.
 
Pero especial significado tuvo la imposición de la Cruz Roja al teniente coronel Millán Martínez por el general de división Luis Fernando Carvajal Raggio.
 
En el año 1993,  el entonces capitán Millán se encontraba desplegado en los Balcanes formando parte de la Agrupación Táctica "Madrid", la tercera que España aportaba a esta misión. El 4 de diciembre, en el transcurso de una operación de reconocimiento, el capitán Fernando Álvarez falleció víctima de la explosión de una mina trampeada que estaba inspeccionando en la presa de Salakovac, cerca de Mostar. Junto a él, dándole protección, iba el sargento 1º Jorge Fernández, que resultó herido de gravedad.
 
El capitán Millán, al escuchar la detonación, se aproximó a la presa y divisó al sargento 1º. Tenía que llegar hasta él pero habían comenzado a abrir fuego sobre su posición. Gracias a la ayuda del resto de sus compañeros, que fueron dándole cobertura, consiguió alcanzarle y taponar la herida que tenía en la pierna, por la que estaba perdiendo gran cantidad de sangre, y el suboficial salvó la vida.
 
Este episodio, que el teniente coronel reconoce que ha marcado su carrera y cuyo recuerdo permanece vívido 20 años después, supuso la prueba evidente de que "el valor individual supone mucho, pero el valor colectivo y el espíritu de equipo lo pueden todo", como reza uno de los lemas del Ideario Paracaidista.
 
Al mismo tiempo, es la materialización de valores imprescindibles para un militar, como la generosidad del capitán Álvarez, quien entregó su vida en cumplimiento de la misión; la disciplina del sargento 1º Fernández, que cumplió la orden recibida sin importarle el riesgo; el compañerismo de los que participaron en la recuperación y extracción del cadáver y del suboficial herido; y la lealtad, éste último valor representado por el general Carvajal, encargado de imponerle la Cruz y que era entonces el coronel jefe del contingente. Su empeño y constancia han hecho posible este reconocimiento transcurridas cerca de dos décadas, porque es preciso resaltar que, desde hace 20 años, el entonces coronel y hoy general Carvajal no ha cejado en su empeño de que se reconocieran en justicia los méritos adquiridos por el capitán Millán y que durante todo ese tiempo siempre se encontró con la misma incomprensible respuesta negativa por parte de los órganos superiores del Ministerio de Defensa, hasta lograrlo en esta enésima vez. Lo que sí ha quedado bien claro ha sido la caballerosidad, compañerismo, constancia y lealtad del general Carvajal con su subordinado.
 
Esta es la crónica de un lo que en un gélido 23 de Febrero he vivido junto a los paracas, los soldados que luchan en el cielo con los pies en la tierra, según les definió su propio general. 

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