LA MÚSICA MILITAR

22.11.2021 13:00
La Música Militar es una manifestación artística que acompaña a los Ejércitos desde la Antigüedad, que ha evolucionado y se ha desarrollado. Se trata de una actividad que ha llegado hasta nuestros días dejando un amplio testimonio documental que revela su importancia. A lo largo del tiempo, nuestros Ejércitos no se han limitado a marchar y cantar acompañados de piezas musicales, sino que éstas han sido producidas e interpretadas por profesionales de las Fuerzas Armadas.
 
En la actualidad el patrimonio histórico que representa la música militar es de enorme interés y permite conocer la realidad y la historia de los Ejércitos. Este patrimonio musical constituye un fondo de gran importancia cultural que está depositado en diferentes centros dependientes del Ministerio de Defensa y se va incrementado con la actividad profesional musical de las Fuerzas Armadas en la actualidad. Hoy día existen 26 agrupaciones o Unidades de Música cuyos integrantes pertenecen al Cuerpo de Músicas Militares, incluido dentro de los Cuerpos Comunes de las Fuerzas Armadas. Su labor profesional se refleja en la celebración de conciertos, en la grabación de discos y en su participación en diversos actos castrenses.
 
 
 

Las primeras muestras de existencia de música militar pertenecen al reinado de Servio Tulio (578-534 a. C.) en Roma, donde la banda militar tenía una clara función: acompasar la marcha. En la batalla, los músicos han ocupado un papel relevante no solo  para animar a los combatientes y para que no decayeran en su lucha, sino también para atemorizar al enemigo. Miedo era lo que provocaba el ejército sarraceno sobre los visigodos mediante numerosas y nutridas filas de tambores; la sonoridad los impresionaba tanto que creían que llegaba el fin del mundo, y llegado el momento  y a imitación suya los ejércitos occidentales  introdujeron nuevos instrumentos en los ejércitos como los metales, maderas, tambores y timbales.

Ya en la Edad media (siglo V – XV), trompetas y tambores formaban parte de las batallas de los guerreros, que indicaban los toques para cada orden; Cuando la voz de mando no llegaba a oírse con claridad por todos los soldados, se hacía necesario el sonido de estos instrumentos, con gran potencia y proyección sonora, que transmitían las ordenes a todos los soldados.

El ejército comenzó a utilizar las marchas en su formación y disciplina desde el periodo barroco, y desde ese momento las bandas militares se hicieron imprescindibles. Las primeras agrupaciones musicales militares españolas (1596), estaban formadas por tambores, a los que se les añadieron los pífanos, a imagen de los ejércitos turcos. El pífano es una flauta travesera, de sesenta centímetros, construida en madera, de una sola pieza. El pífano y el tambor, interpretaban diariamente los toques de Diana (melodía interpretada al amanecer dentro del cuartel), tropa (melodía interpretada alrededor del cuartel) y Retirada (melodía interpretada a través de las calles al anochecer, para que la tropa vuelva al cuartel

 

 

En el Archivo de Indias, se encuentran fondos documentales suficientes, para hacer un estudio sobre la música militar en Cuba, Santo Domingo y Puerto Rico, durante la época colonial (1492 – 1898), pues desde la llegada de los españoles a América, podemos encontrar músicos militares e instrumentos musicales (pífanos y tambores) asentados en Hispanoamérica, además de documentos, que especifican el repertorio de estos músicos militares, basados en toques de ordenanza.

La primera agrupación musical militar que se formó bajo el imperio español, podríamos considerar que perteneció al primer regimiento que se creó en los Países Bajos, correspondiente a las reales guardia españolas, denominado Cuerpo de Guardias Walonas en 1596. Las Guardias Walonas se trasladaron a España durante el primer periodo de Felipe V (reinado: 1700 – 1724), donde permanecieron hasta su extinción, tras la Guerra de Independencia contra los franceses (1808 – 1814). Durante este periodo, las agrupaciones musicales se especializaron dentro de los ejércitos. Los regimientos de Caballería, instruirían para sus desfiles y demás funciones de música a clarines y timbales. Las agrupaciones de las Guardias Walonas, así como de los regimientos de Infantería, estarían compuestas por pífanos y tambores, mientras que los regimientos de Artillería, tendrían a diferencia de los de Infantería, clarines propios de la Caballería y tambores. Aunque los músicos ya tendrían nociones de interpretación de sus respectivos instrumentos (ya que se hacía captación de personal, que hubiese realizado estudios de música en sus localidades natales o hubieran formado parte de agrupaciones musicales, en cualquier pueblo o ciudad, encontrándose en esos momentos al servicio del Ministerio de la Guerra, por lo que podían pasar a formar parte de la banda militar, dentro del ejército al que pertenecían), en los destinos se especializarían en el repertorio propio de las bandas militares, repertorio basado en toques de ordenanza, marchas, canciones patrióticas, fantasías militares e himnos, como el de la Marcha de las Guardias Walonas, compuesto por Carlos Julián.

En el siglo XVIII, Felipe V reformó la institución militar, a imagen del modelo francés hizo recopilar los toques de guerra, usados por el ejército español para la transmisión de órdenes, pero no se publicarían hasta el reinado de Carlos III (1759 – 1788), con el nombre de Libro de la ordenanza de los toques de pífanos y tambores que se tocan nuevamente en la Infantería española compuestos por Don Manuel de Espinosa (1761). Este podría considerarse, el primer material didáctico en el que se basaría la enseñanza de música militar en España. Esta recopilación contiene además de toques, marchas como la Walona, la Granadera y la Fusilera. En él encontramos, además, el origen de nuestro Himno Nacional, bajo el título La Marcha Granadera, cuya primera mención documental data de 1749, siendo su primer manuscrito el supuestamente arreglado por Manuel de Espinosa de los Monteros en 1761, aunque según algunos musicólogos, esta marcha subraya similitudes con algunos aires militares de la época de Carlos V. No obstante, quien la convertiría en marcha de honor, sería Carlos III en 1761, ya que antes de pasar a denominarse Marcha Real, su función era de toque militar para llamar a las armas, armonizar la marcha de la tropa y acompañar la rendición de honores dentro del ámbito castrense.

 

 

Bajo el mandato del coronel Byron, del ejército francés, se creó en 1762 una banda formada por cuatro oboes, cuatro clarinetes, cuatro trompas y cuatro fagotes. Sus funciones no se limitaban a las puramente castrenses, sino que también realizaba actividades en el ámbito civil, ya que ofrecía conciertos en plazas y calles públicas, adquiriendo así una nueva funcionalidad.

La labor de las bandas estaba tan valorada que en numerosas ciudades se propusieron la formación de bandas municipales, pero se mantuvieron las bandas militares, que seguían siendo fundamentales en las celebraciones locales.  

Con el tiempo la música militar no solo acompaña a las tropas para marcar el orden de marcha sino que ha integrado en distintas actividades de la vida civil, implicándose con las tradiciones y costumbres de cada comunidad, lo que la convierte en un potente vínculo con la sociedad civil y en un instrumento de la importante cultura de defensa.


 

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