El SARGENTO, UN PILAR DEL EJÉRCITO

15.11.2016 22:11

EL SARGENTO, UN PILAR DEL EJÉRCITO

                                                                                                                                                                                                    

Durante casi quinientos veinticinco años el Sargento ha sido el alma de los suboficiales, el espíritu que impregna de historia y tradición su manera de ser y actuar. Quinientos años desde aquel 1494 en el que los Reyes Católicos entendieron que los Ejércitos estarían huérfanos sin el filial concurso de unos hombres que sin grandes bagajes culturales moverían a las tropas españolas a través de los cinco continentes.


 La época feudal potenció la actuación de la Caballería en detrimento de la Infantería que hasta entonces había llevado el peso de la batalla. Los contingentes de Caballería se denominaban mesnadas; la agrupación temporal de varias mesnadas constituía la hueste. Cada mesnada tenía una organización en la que merece la pena destacar a los cuadrilleros por la similitud que sus misiones tenían con las que más tarde se adjudicaron a los Sargentos. Estaban encargados de la impedimenta, de la confección de las nóminas de la tropa, de la vigilancia de cautivos, enfermos y heridos, y del control del armamento y disciplina de su cuadrilla.


 En 1406 cuando Juan II sube al trono de Castilla, comienzan a vislumbrarse cambios importantes en el arte militar, el alistamiento se sujeta a normas específicas, aparece la compañía como organización básica de la infantería, la castrametación se perfecciona, la Artillería se reforma, las armas portátiles se entregan al soldado…está naciendo en suma, el nuevo arte militar de la Edad Moderna que constituyó el embrión de un magnífico Ejército que asombraría al mundo en la centuria siguiente.


 Y es en este momento cuando nace nuestro Sargento. Dicen las crónicas que los Capitanes solicitaron al Rey la creación del grado de Sargento como eslabón intermedio de enlace con la tropa. Y según las primeras disposiciones debían ser “soldados escogidos por ser aptos, hábiles, razonables, valerosos y experimentados en la milicia” a lo cual se le fue añadiendo un rosario de cometidos que le convierten en un “todo terreno” que ha sido característica fundamental de todo su devenir.

 

En 1534 cuando Carlos I crea los famosos Tercios españoles, el Sargento adquiere personalidad propia y es sobre quien recaen los cometidos para el buen gobierno de la Unidad. Además cuando se crean los primeros cuatro Tercios, los de  Sicilia, Lombardía, Nápoles y Milán es cuando las misiones del Sargento aparecen por primera vez en las Ordenanzas que regulaban la organización y vida de los ejércitos.


 Sin embargo en el siguiente siglo es difícil encontrar referencias escritas sobre el Sargento. Por ello durante el siglo XVII su figura se oscurece al mismo ritmo que la fama de los Tercios y la de la misma España, que ve como su imperio empequeñece. Pero cuando un ciclo termina su recorrido comienza otro, y así en 1632 Felipe IV dicta una Real Ordenanza sobre la disciplina militar en la que se regula el ascenso de los sargentos reseñando “que no se podrán elegir Alférez ni Sargento, que no tenga las cualidades de ser diligentes y ágiles porque son el manejo y gobierno de las Compañías”.


 El rey Felipe V nos ofrece dos Ordenanzas en la primera de las cuales, de 1701, aparece el Sargento separado de los oficiales, es decir, pierde una condición que le había acompañado durante más de 200 años.


 En 1760 Carlos III crea el empleo de Sargento primero, pero sin embargo comienza a perder el valor fundamental que tuvo en los siglos anteriores y son convertidos en clase de tropa sin perspectivas de mejoras sociales y profesionales. No obstante merece la pena señalar que en 1885 se creó una Academia Especial de Sargentos en la que además de su formación profesional recibían una formación cultural para su ascenso a Oficial. Aunque este empeño se vio truncado en 1889 cuando se suprime el empleo de Sargento Primero y se declara obligatorio el ingreso previo en la Academia General a quienes pretendiesen ser oficiales. Así pues se le continúa considerando una clase de tropa al tiempo que, además de sus misiones, desempeñan las que anteriormente tenían el Sargento Primero.


 La Ley de 15 de julio de 1912 marca el comienzo de una nueva etapa en la que por primera vez se les separa, sin dejar de ser clase de tropa, de los soldados y cabos, al tiempo que se aumenta hasta tres el número de empleos. Nacen el Suboficial y el Brigada quienes junto al Sargento componen las Clases de Tropa de 2ª. Es la primera vez que se utiliza el término suboficial en la legislación militar española, aunque como empleo y no con el carácter genérico que más adelante se le dará para englobar a todos los que componen el Cuerpo. A estos empleos el legislador les asigna el cometido general de “facilitar la gestión del mando”. Poco duraron las cosas porque seis años después en el Real Decreto de Bases para la reorganización del Ejército se suprime el empleo de Brigada, lo que supuso de nuevo un paso atrás.


 Pero en 1931 se crea el Cuerpo de Suboficiales en un magnífico intento de dar un toque legal a lo que se habían ganado con creces durante los cuatrocientos años anteriores. Pero nuestro Sargento vuelve a quedarse a las puertas e incomprensiblemente se le excluye del recién creado cuerpo continuando como Clase de Tropa junto con el Cabo y los soldados de 1ª y 2ª. Pero curiosamente en el breve espacio de tres años las cosas cambian. En 1934 se publica el Reglamento y como novedad el Sargento ya pertenece al Cuerpo y en su preámbulo se señala que los suboficiales serán “auxiliares del Mando y constituirán categoría intermedia entre los oficiales y las Clases de Tropa” aunque sus misiones oscilan entre prestar estrecha colaboración con los cuadros de oficiales sin desdeñar la realización de cometidos que incumban propiamente a las clases de tropa lo que no ayudaba especialmente a clarificar su auténtica misión. 


 El 31 de mayo de 1974 se crea la Academia General Básica de Suboficiales. Un hecho de especial trascendencia ya que supone que los Suboficiales disponen de un centro de enseñanza propio, con unos objetivos claros y concretos. Se han cumplido cuarenta y dos años de la creación de la AGBS y miles de sargentos habrán salido de la academia leridana bajo el lema “A ESPAÑA SERVIR HASTA MORIR” acompasando su andar con el del ejército al que tan eficazmente sirven con lealtad, competencia y espíritu de sacrificio.


 Hoy nuestro Sargento, superadas las dificultades e incomprensiones de su dilatada historia es considerado como un militar de carrera, tienen acceso a la Real y Militar Orden de San Hermenegildo como caballeros que fueron y son, y se les reconoce como piezas fundamentales del engranaje militar.


 Mi afecto, mi respeto y mi más profunda admiración por unos hombres que son a la tropa como el timón a la nave, que sin dejar de ser parte de ella, la rige y da dirección, y han hecho de su profesión una vida de servicio y pundonor.

 

 

   Mercedes Pordomingo Esteban

   Teniente RV del ET

 

 

 

 

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